Día del Árbol: ¿por qué los árboles son tan importantes para el planeta?

Día del Árbol: ¿por qué los árboles son tan importantes para el planeta?

Los árboles juegan un papel esencial en la conservación del medio ambiente. Son los pulmones de nuestro planeta y para reivindicar su importancia, cada 28 de junio, se celebra el Día Mundial del Árbol, también conocido como la Fiesta del Árbol.

Los árboles son los moradores más antiguas de la Tierra. Se encargan de liberar el oxígeno y transformar el dióxido de carbono (CO2) reduciendo, de esta forma, el efecto invernadero en la atmósfera. El Día del Árbol es una fecha que nos recuerda la importancia de proteger las superficies arboladas como una forma de asegurar que la vida en nuestro planeta siga siendo posible.

Debemos diferenciar el Día del Árbol (28 de junio) con el 21 de marzo, Día Internacional de los Bosques. Otra fecha muy vinculada a destacar el valor de los árboles y bosques que tiene como objetivo concienciar al ser humano de la necesidad de preservar las áreas forestales para asegurar así la supervivencia de las especies.

¿Por qué hay un Día del Árbol? 

Las árboles tienen múltiples funciones con las que participan en el ciclo de la naturaleza. Desde generar oxígeno hasta ser nuestro mejor aliado contra la crisis climática. Y es que los árboles son la base de la supervivencia de los seres vivos que habitan en la Tierra. Son el entorno natural perfecto donde se alojan miles de especies de animales y plantas.

Además, los árboles nos ayudan a regular los ciclos hidrológicos reduciendo así el riesgo de inundaciones y, son la fuente de materia prima para la producción de medicinas y otros recursos naturales.

Sin embargo, la acción humana ha destruido ya cerca del 78% de los bosques primarios del planeta y el 22% restante ya se ha visto afectado por la extracción de madera. La degradación ambiental de estos entornos tiene un efecto directo no solo con nuestro medio ambiente, con la emisión de CO2 a la atmósfera, sino también con nuestra biodiversidad, llegando incluso a que miles de especies estén al borde la desaparición.

Esta situación ha llevado a poner en marcha, en 2021, el Decenio de Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas, una llamada a la acción para aunar esfuerzos en los próximos diez años y evitar que la degradación de la naturaleza sea irreversible.

Si hay un Día del Árbol es pare reivindicar la necesidad de frenar esta situación y que, entre todos, logremos asegurar la conservación del medio ambiente. Suecia fue el primer país que celebró esta festividad. Lo hizo en 1840 para crear conciencia sobre el importante papel que tienen los árboles para mitigar la contaminación ambiental, proteger el suelo y lograr un desarrollo sostenible.

¿Cuánto CO2 absorbe el árbol de un bosque?

Para saber cuánto CO2 absorbe un bosque tenemos primero que analizar qué arboles lo componen. Una investigación reciente realizada por un investigador de la Universidad de Sevilla destacó el pino carrasco como uno de los árboles que más CO2 absorben. Se estima que pino carrasco maduro puede llegar a absorber hasta 50 toneladas de CO2 al año.

Dicho de otra forma, un ejemplar maduro de esta especie puede de absorber las emisiones generadas por 30 coches de tamaño medio al recorrer 10.000 kilómetros al año. La península Ibérica es un lugar idóneo para el crecimiento de estos árboles, por lo que los bosques de pinos tienen un gran potencial de sumideros naturales de carbono.

Los árboles y bosques son los mejores sumideros naturales de CO2

Los grandes sumideros de CO2, por su gran riqueza biológica, son los bosques primarios. Bosques intactos, vírgenes y de especies nativas, en los cuales no hay indicios visibles de la actividad humana y donde los procesos ecológicos no han sido alterados de forma significativa. Estos bosques primarios y fuentes reguladores del clima, se han ido reduciendo por la intervención humana.

Los siete últimos grandes bosques primarios del planeta son los siguientes:

  • El bosque tropical amazónico
  • La jungla del sudeste asiático
  • Las selvas tropicales de África central
  • Los bosques templados de Sudamérica
  • Los bosques primarios de Norteamérica y Canadá
  • Los últimos bosques primarios europeos
  • Los bosques de la taiga siberiana

Un aliado frente al cambio climático

Junto con los océanos, proteger los bosques supone conservar el método más potente para absorber y secuestrar CO2. Su capacidad es extraordinaria. Hay estimaciones que establecen que un árbol almacena de media unos 22 kilos de CO2 al año. Las selvas tropicales retienen 250.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, solo en los árboles, lo que equivale a 90 años de emisiones globales. Los bosques europeos secuestran aproximadamente el 10% del total de los gases efecto invernadero emitido por la Unión Europea. En España, los bosques fijan una tonelada de carbono por hectárea al año.

A pesar de esto, ahora diversos estudios han puesto de manifiesto que si no cambiamos nuestras acciones hacia otros hábitos más respetuosos con el medio ambiente, esta capacidad natural de los árboles podría frenarse. Y podría hacerlo hasta el punto de pasar de ser nuestros aliados frente a la crisis climática a uno de nuestros enemigos. Por esta razón, es necesario encontrar soluciones sostenibles que nos ayuden a equilibrar la restauración forestal, frenar la deforestación y acabar con la explotación ilegal de los bosques.

¿Realmente los árboles atraen a la lluvia?

Los árboles son esenciales para la vida en el planeta, ya que, entre sus funciones principales, se encargan de absorber el dióxido de carbono y producir el oxígeno que respiramos. Sin embargo, esta no es su única función. Los bosques también nos ayudan a regular la temperatura, desempeñan un papel clave en el equilibrio del ciclo del agua y su presencia influye en la generación de precipitaciones.

Los bosques nos ayudan a mantener el equilibrio medioambiental del planeta. Sin embargo, el cambio climático está alternándolo y provocando que efectos como el aumento de la temperatura global agrave que fenómenos como la sequía sean cada vez más frecuentes e intensos, afirman desde el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Ante esta situación, los árboles juegan un papel determinante para aminorar sus consecuencias. Por ejemplo, gracias a su efecto conocido como ‘isla de calor’ son capaces de frenar la radiación solar y evitar el impacto directo de esta sobre la superficie terrestre. Gracias a este proceso, pueden llegar a reducir hasta en 2 grados la temperatura de un lugar.

Este efecto termorregulador ha propiciado que la creación de espacios verdes en las ciudades sea determinante para mejorar sus condiciones climáticas. Contar con árboles en los núcleos urbanos no solo contribuye a mejorar la calidad del aire, sino que también mitigan el calor en estas zonas y aumentan su resiliencia climática.

La relación de los bosques y la lluvia  

Otro de los beneficios que nos aportan los bosques guarda relación con el agua. Y es que mejoran la calidad de este recurso natural, contribuyen a mantener los caudales de los ríos y aumentan las previsiones de precipitaciones.

Los árboles almacenan y filtran la lluvia a través de sus hojas, su tronco y sus raíces. A lo largo de este proceso, eliminan sedimentos y otros componentes presentes en el agua, evitando así que lleguen a ríos, mares y acuíferos. Esta función los convierte en auténticos filtros naturales y, por todo esto, mantenerlos sanos garantiza la circulación del agua sobre la Tierra, evita la escorrentía y facilita la filtración del agua bajo la superficie.

Además de tener un rol clave en la mejora de la calidad del agua, los bosques también influyen en la generación de precipitaciones y, gracias al proceso de evapotranspiración que realizan, son un componente esencial en el ciclo del agua. Este mecanismo, que conjuga la evaporación y transpiración, es el proceso por el que la vegetación es capaz de devolver el agua de la lluvia a la atmósfera en forma de vapor. Mediante la evapotranspiración, los árboles devuelven el 70% de la lluvia que cae sobre ellos y generan una mayor cantidad de humedad en comparación con otros entornos naturales como, por ejemplo, los océanos. Precisamente, es esta humedad la que, bajo unas condiciones concretas de presión atmosférica y de temperatura, intensifica la aparición de precipitaciones en la zona. Esto se conoce como teoría de la bomba biótica.

La teoría de la bomba biótica: a menos árboles, menos lluvia 

Hasta el momento, y como aseguran desde el Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR), gran parte de la lluvia que cae sobre el planeta está vinculada con los bosques. Sin embargo, existen múltiples mecanismos y procesos involucrados que todavía se desconocen en profundidad.

Una de las hipótesis que podría explicar el papel de los árboles como intensificadores de la lluvia es la conocida teoría de la bomba biótica, desarrollada por Anastassia Makarieva y Víctor Gorshkov, investigadores del Instituto de Física Nuclear de San Petersburgo.

Los modelos actuales consideran que la temperatura es la responsable de que se produzcan las precipitaciones. Sin embargo, con esta teoría, los investigadores plantean que es la capacidad de los bosques de condensar la humedad, el principal impulsor de las lluvias. Esta teoría podría explicar la razón de las elevadas precipitaciones en lugares como el Amazonas (en Sudamérica) y el Congo (en África).

Lo que sí está científicamente contrastado es que los bosques influyen en los patrones de lluvia. A menor presencia de árboles, menor cantidad de agua se evapora y, por lo tanto, la probabilidad de que llueva en esa zona es menor. Así lo confirman los datos del CIFOR que indican que la deforestación puede llegar a reducir las precipitaciones en hasta un 30%. Y no solo eso, además, los suelos forestales tienen la capacidad de absorber hasta cuatro veces más de agua que los suelos cubiertos por pastos.

Aparecido en: https://www.fundacionaquae.org/dia-forestal-mundial-dia-del-arbol/amp/